Monday, June 25, 2012

Esos amores...

Recién despierta a una adolescencia común en su especie, Fiorella parecía besada por la curiosidad y las ganas de conocer el mundo. No era la más lista de su clase pero si una de las más extrovertidas de sus compañeras. Rolando era el tipo callado, tímido, con una carrera recién estrenada y un corazón en búsqueda de compañía. 

Como el sol y la luna,  se conocieron en una fiesta, de esas que empiezan temprano y terminan cuando la luna deja un beso en la clara del día siguiente. Hablar de amor a estas alturas en donde ninguno de los dos se atrevía a buscar el concepto en el diccionario,  es querer ir más allá de lo que esta historia puede recorrer. 

Ella deseosa de probar las mieles de la pasión y él gustoso de una chica apasionada, pintaban a ser la pareja perfecta de esa noche. Y lo fueron...  Cuando la fiesta parecía acabar él se atrevió a llevarla a su casa.  Ella metio en su bolso negro los miedos y tomó con ambas manos el desafío que esto representaba ante sus padres. Un viaje de 15 minutos se convirtió eterno cuando las palabras no afloraban en una conversación manchada de tensión,  hasta que lo inevitablemente llego,  eso que algunas esquivarían pero ella parecía sentirse cómoda, al fin y al cabo en los últimos años se había convertido en experta besadora y él bueno digamos que estaba dispuesto a ser un buen aprendiz.

Esa noche él quiso decir "buenas noches" y en su lugar preguntó: quieres ser mi novia? ella estaba preparada para decir adios pero de sus labios se escuchó la palabra "sí" y así cada uno durmió en su cama, asustados por los acontecimientos del día.

 Con un beso sellaron un pacto que les duraría unos meses. Meses en los que se atreverían a conocerse más a fondo hasta darse cuenta de que él carecía del romance que ella presumía y él se enteró que ella no era la niña de sus ojos. 

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