Y así fueron pasando sus días. Mientras sus hermanas manzanas reían y planeaban cómo calmar el hambre de algún trabajador de los campos cercanos o soñaban con llegar al escritorio de alguna maestra, nuestra manzana vivía frustrada por no ser lo que tanto anhelaba. Las demás manzanas fueron desapareciendo, tomando su camino en el mundo, pero nuestra amiga se aferraba a sus ramas, escondiéndose, apenada de no ser la estrella de arriba. Todos los días por su árbol, se paseaba una mujer, inigualablemente bella, cual de nosotras podrá decorar esos labios? Pudiera yo ser estrella y reflejarme en sus ojos tristes, respondía nuestra protagonista.
Y así fue como poco a poco fue dictando su destino; hasta que un buen día el tiempo le tomó por sorpresa, tirándola al piso, marchita fue recogida por aquella dama. Qué manzana tan bonita dijo ella, lástima que este tan madura. Y por mera curiosidad decidió partirla a la mitad, encontrando dentro de ella, la estrella más perfecta.
Cuantos días se paso nuestra manzanita soñando con algo que siempre había tenido dentro de sí misma? No solo era manzana, si no que dentro de ella tenía lo que más anhelaba su estrella...