Te  dí mi cuerpo al filo de una madrugada, fría como pocas, donde la luna iluminaba cada centímetro de esa piel que poco a poco besaste. Te dí mis caricias, mis miradas, mi dulzura, mi comprensión y mi amor, todo en una noche.  Te deje beber de mi cuerpo, cual oasis de paz en medio del desierto de tus sentidos ansiosos de ser…

Te di mi cuerpo;   en ese momento fue solo tuyo,  te di mis sueños, mis esperanzas  y entre tus manos tejí la historia de mi pasado y vi como poco a poco se deslizaba entre tus dedos los hilos de mi cabello.

Puse a la luna de testigo, las estrellas risueñas se guiñaban un ojo y  mis piernas abrazaron tu pasión, mientras la razón se alejaba de mí y el deseo me invadía.

Te creí mío y me ofrecí a ti, limpia, simple y temblorosa. Entregue mis armas y me encontraste desarmada, brazos arriba frente a tí. Me tomas o me dejas… parecía desafiar el momento en que sin querer nuestras miradas se cruzaron.  Me tomaste y fui tuya, como mío nunca has sido…

Salvada estoy al no darte mi corazón ni mi alma, por que en medio de esta oscuridad, mi cuerpo,  ese que fue tuyo aun tiembla ante la posibilidad de que , en este momento,  tus manos acaricien el de alguien más…